martes, 20 de noviembre de 2007

Eso sí.

Atardece. Una mujer espera el crepúsculo para que aparezca su hombre lobo. “Mirando al cielo suceden las cosas”, se dice, ilusionada. Hasta que se da cuenta de que el Sol se ha atascado en una montaña. La mujer se desespera porque ha venido sola y no tiene quien le ayude a desengancharlo, de modo que hará lo mismo que otras veces: juntar todas las nubes posibles y formar una inmensa cubierta negra que colgará sobre los árboles del bosque. Eso sí es capaz de hacerlo, no será la primera vez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué es lo que no será capaz de hacer una mujer enamorada?

Anónimo dijo...

Y es que nada hay como la noche para la espera, para la búsqueda, para poder demostrar lo que la pasión es capaz de mover y remover; hasta las nubes.
Y qué inoportuno el sol...

Anónimo dijo...

Contigo voy poquitapoco, como los pellizcos que tu Penélope recoge de las nubes. Primero tengo que rumiarte. Después, digerido yo en tus mundos, te digo que eso sí. Y más.