domingo, 25 de mayo de 2008

AMOR SIN MEDIDA.

 

Supongamos conocida

la distancia, puesta en años,

a andar desde la salida:

Qué cantidad de peldaños

 hay que subir en la vida.

  

Supongamos calculados

cada abrazo y cada beso,

amontonados, al peso,

o más aún, numerados.

  

Supongamos, finalmente,

tener contabilizado

en minutos, fríamente,

qué tiempo se ha dedicado

al amor, sencillamente.

  

Entonces supóngase

también que no soy,

desde que nací hasta hoy

ése que cuenta; y dígase

que de esas cuentas me voy.

 

Pues vivir por desear,

buscar caricias, miradas

cómplices, por más buscadas,

no da tiempo a calcular:

Se va el tiempo, se va en nada,

se va el tiempo sin pensar,

porque se inventa al amar

juego de amantes y amadas.

  

Yo desafío al rigor,

a todo lo razonable;

fuera el corazón contable

que contabiliza amor.

 

Y porque vence al dolor,

y al más amargo sabor

viene a ponerle dulzura,

va el  amor sin contador

cuando llega la ternura.

  

No aguanto al tiempo mordida

y hasta el minuto más chico,

debe alargarme la vida,

si es al amor, sin medida,

 al que mi vida  dedico.

  

Quiero vivir sin pensar:

si el Cielo quiere girar,

o el Sol se acaba poniendo:

yo no lo puedo evitar;

no me van a vigilar,

no me pararé a contar

el tiempo que estoy queriendo.

 

3 comentarios:

Isa dijo...

¡Qué bien expuesto y qué buena reflexión! El rigor, la conciencia del tiempo y la sensatez no casan bien con el amor. Y de todo, me quedo con ese último verso.

Gabriel dijo...

La verdad, Isa, es que le das más coherencia al poema. A mí me parecía una mijita ñoña, pero qué demonios, tú lo rescatas.
Muchas gracias. Besos.

Lola García Suárez dijo...

Es maravilloso el poema y la lectura interna que tiene. No debemos obsesionarnos en medir lo que no es mensurable.