viernes, 12 de febrero de 2010

CONVERSIÓN.

-No te detengas por el camino, -le dijo su mujer-. Y debes darte prisa.

Alfido Bodegas fue al banco a comprar dinero fresco, según le encargó ella.

-El cajero sabe lo que tiene que hacer, -le silabeó entregándole una bolsa vacía.

Se llevó su talonario sin estrenar y pudo disponer del abono de su préstamo sin siquiera una comisión de apertura que lo mancillara.

Pero, al volver, no tomó el camino que le indicó su mujer y se paró a charlar con los amigos. Se entretuvo primero tomando un refresco y más tarde, envalentonado, se fue al río donde se pasó la tarde pescando.

Al llegar a casa se sentía enormemente cansado. Antes de entrar, abrió la bolsa y pudo ver cómo lo que él suponía billetes sin estrenar se habían convertido en monedas sucias y antiguas: el contenido de la bolsa se había podrido por su culpa, pensó.

Incapaz de presentarse ante su mujer, lanzó la bolsa contra la puerta de su casa, pidió a un amigo que le comprara un billete de avión y se fue a vivir a otro país.

-Con el préstamo a su nombre hemos tapado tu desfalco, nos hemos librado de él y tenemos las monedas de oro antiguo. No está mal, -dijo aquella noche la mujer al cajero, mientras éste abría una botella de vino.

5 comentarios:

Peneka dijo...

¡¡¡japu...!!¡¡¡qué malíiiiiiiiiiiiiiiisima era esa mujer!!!

y tú, eres geniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaallll!!!

A reirse que es barato

Isa dijo...

¡Qué tía más pérfida! Me encanta el tono , emulando al cuento de caperucita. Y al final, un golpe perfecto. Muy bueno y muy tuyo.

inma dijo...

Oye, cuanto tecnicismo bien aplicado. Eso de "disponer del abono de su préstamo sin siquiera una comisión de apertura que lo mancillara" me ha dejado boquiabierta. Y la mujer...¡qué mala! como abusó de la ingenuidad del marido cornudo. Muy bien escrito zizeñó!

Clea dijo...

Gabriel, ¿no inspirarían estos dos el negocio de los préstamos subprime?
Ay.

Para Leernos dijo...

¡Ay Clea, que me has pillado!

Besos.