Cuando regresó de desayunar su pan migadito con el café, ya era un hombre nuevo. Su ración de pastillas había hecho efecto y se dirigió de nuevo a su cuarto para continuar con la búsqueda de su dentadura. Buscó y rebuscó por la cama, bajo la almohada…-¿Qué hará aquí un euro? Se preguntó. Lo guardó en el bolsillo y continuó buscando sin cesar hasta que una llamada al teléfono lo interrumpió.
Ahora debía darse prisa porque su amiga lo esperaba para sus clases de baile. San Valentín se aproximaba y ellos se habían apuntado al concurso que organizaba el centro de día. Pero… no podía presentarse así. Solución de emergencia: ¡Plastilina!
5 comentarios:
Hombre coqueto donde los haya...
Me está enganchando este "cuento para dos"manos, o dos ojos, o mejor...dos corazones.
¡¡¡Por Dios Inma, ni se te ocurra cerrar el grifo del que beben tus musas...!!!
Gracias Beli. ¡Sois vosotros los que me animáis a escribir!
Me mondo de la risa. ¡"Qué hará aquí un euro", dice. jajajá!
Estás sembrá, puñetera. Sigue con la aventura.
¡Descacharrable!
Es tremenda la línea argumental. Aquí se está liando una buena y la solución, con el comentario de Beli, de antología.
Besos.
¡Ja! ¿Plastilina? Ya le tengo cariño a esa desdentada imaginación.
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