miércoles, 20 de abril de 2011

Diario de una escayola. Día 7º

Mi perro se ha convertido en una prolongación de mi pie escayolado. Siempre está junto a mi pierna, en el reposapiés, en el sofá, en la cocina… Mi fiel compañero debe intuir que algo anda mal, o que no anda, porque solíamos dar largos paseos por la ciudad. Me ayuda a descargar adrenalina y a llevar ese diálogo interior con una misma tan necesario a veces. No hay nada como ponerse zapatos cómodos y salir a caminar sin rumbo fijo, y si además tienes la disculpa de pasear al perro, no tienes que dar más explicaciones. Ayuda también a la economía doméstica, porque si te llevas al perro no sucumbes a la tentación de entrar en las tiendas, ni de tomar cervezas, de modo que sales, le tomas el pulso a la ciudad, y regresas como nueva. Con el pie en esta tesitura aún no he encontrado el sustitutivo a los paseos. Admito sugerencias.

3 comentarios:

Isa dijo...

Una sugerencia, amiga: visualiza cada día ese paseo que tanto te gusta dar. Ve paso a paso en tiempo real. Ve a la gente sumida en su actividad particular. Ve al cuponero, al policía y el rótulo de la farmacia, de los cines, de las tienda. Ve caer la tarde junto a tu perro (un encanto por cierto, compañera). Te aseguro que si te lo crees de verdad, tu espíritu va a agradecerlo. Si quieres, te relajas un ratito, coges tu inalámbrico y lo visualizamos juntas a modo de meditación. Cuando quieras (si me pillas; espero que sí). Un beso y todo el ánimo para esa visualización.

inma dijo...

Buena sugerencia. Estoy dispuesta a practicarlo todo.Gracias y un beso enorme.

Lola García Suárez dijo...

Yo estoy de acuerdo con Isa, ya estás practicando esos paseos virtuales y, con tu imaginación seguro que terminas haciendo un relato de tu paseo. Por cierto,¿has visto las imágenes del perro que socorre a otro al que acaban de atropellar en una carretera? Tu perro debe ser tan especial como el perro socorrista.