sábado, 28 de marzo de 2009

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (VIII).

Batalla del Sur de la Manchuria. 1935

 

Los japonésidos venían en cantidad igual a 2 elevado a 17 menos el logaritmo decimal de mil millones, lo cual da un número simpatiquísimo: 131.063 elementos.

Los chinos eran muchos más, pero al venir en fila india sólo se veía al primero y esa fue un gran factor psicológico a su favor, que no valió para nada porque en aquel tiempo se llevaba atacar de perfil, al estilo “cleopátrico”.

Se tiró la moneda y empezaron a pegar los japonésidos, con las dos manos llenas de salsa de soja. Esto irritó sobremanera a los mandos chinos, que dieron la orden de soltar arroz blanco y papas blandas cocidas sobre los enemigos, a los que consiguieron “empapal (absorber)” en dos horas. En lugar de retirarse a reposar el arroz, los japonésidos se fueron a por el segundo: Unos rollos imperiales muy filosóficos pero larguísimos y pesados de soltar. Antes de asentarse su contraofensiva, los chinos soltaron miles de rollitos de primavera con mensajes cortos y claros, fáciles de entregar, a los que sucumbieron los hijos del Sol naciente. Alguno intentó un ataque suicida a base de ensaladas de pescado crudo, pero eran más indigestos de lo que aparentaban.

A la postre, los japonésidos fueron flanqueados por los dos flancos, a base de flanes y más flanes mandarines. Eso los hizo incapaces de reaccionar y se largaron a echar la siesta.

Con la barriga hinchada y el cinturón con dos agujeros más, los representantes del emperador firmaron la rendición ante los chinos. Y un cheque en blanco, por los destrozos del local.

1 comentario:

Isa dijo...

¡Qué arte, querer matarse a base de comida típica! Así, pero sin batallitas, acabaremos más de uno entre torrijas y galletitas rellenas. Besos.