lunes, 15 de diciembre de 2008

Inspiración de ida y vuelta

Hoy besé a la musa,
la quise asir a mi cuerpo
pero se me escapó sibilina de entre mis dedos
etérea, evanescente y vaporizada.
Anoche le hice el amor a la musa,
la quise hacer simiente de mi alma
pero floreció y se marchitó
con la premura de una flor de desierto.
Esta mañana grité tu nombre
- ¡Musa! -
y de las oquedades de mi corazón
no sobrevino respuesta
quedándome sola, árida e incompleta.

5 comentarios:

Gabriel dijo...

Trivializaba por aquí con escritos que me distrajeran y me encuentro con esta hermosa llamada a la más intangible y caprichosa, la que se nos cuela al respirar cuando nos duele la voz de llamarla. Para que no sepa ella que está contigo y sepas tú que eres tú quien le da vida. Y no al revés.
Demostración: Basta leer poemas como el que acabas de darnos.
Un beso.

Isa dijo...

¡Pues mira lo que te ha dejado antes de irse, seguro que agradecida por lo que le ofreciste anoche!
Bellísimo, Irene.

inma dijo...

Preciosos escarceos con la musa y precioso poema como resultado. Enhorabuena.

Peneka dijo...

Me quedo con el verso último, "quedándome sola, árida e incompleta". Así es como me siento cuando ella, dueña de mis horas y mis sueños, me abandona sin decir adiós. Presiento su vacío, cuando en la noche me revuelvo buscándola y encuentro solo un agujero negro, inmenso, frío.
No sé que mas decirte chiquilla, a este bello poema.

Lola García Suárez dijo...

Has retratado a mi musa. Claro que está así porque no le dedico tiempo.